GIORDANO
BRUNO Y PRIMO LEVI…PORQUE AQUÍ.
Enrique José Marchiaro.
¿Cómo
han llegado a este blog tan técnico dos fotos en homenaje a Giordano Bruno y
Primo Levi? Como una periferia que parece con más potencia que el mismo centro,
con el que no compite ni pretende reemplazar, sino solo observar.
Hay
mucho de ello en el pensamiento de estos dos gigantes de Occidente, italianos
además, lo que no es un detalle para mí, hijo directo de esta segunda patria
como de tantos argentinos.
Siendo
un blog estático (de difusión de algunos pocos trabajos de mi autoría) que
además solo trata de un pequeño autor del derecho municipal argentino (pues no
subo artículos ni enlaces de otros autores), ¿cómo es que decidí poner estas
dos fotos y dejarlas allí? La tercer foto, por cierto, se actualiza por
razones biológicas, no es honesto quedarse en los cuarenta cuando ya pasaron los
cincuenta.
Cuando
se diseñó el blog decidí quedar en compañía de dos autores que me han
acompañado a lo largo de mi vida académica, la cual se inicia en 1995 pero se
remonta a 1984, cuando veo en cine club la película “Giordano Bruno” con Gian
María Volonté.
Con
18 años y apenas unos pocos años previos de buena lectura está película incendió en mí una potencia que
hasta aquí me ha traído. En aquellos años una película solo se veía una, con lo
cual las imágenes y los textos adquirían un lugar más cercano a la imaginación
que a la memoria, que antes de internet eran lo mismo.
Al
poco tiempo, cae en mi mano “Sobre el infinito universo y los mundos”, escrito
por G. Bruno en 1584. Una obra que antecede la física moderna y que se opone de
plano a Aristóteles.
Con
la llegada de internet, completo su biografía y sobre todo la sentencia del
Santo Oficio del año 1.600 y una buena fotografía de la estatua que Roma erige
en el mismo lugar donde lo quemaron, a diferencia del caso Galileo que la vida
lo apartó de las llamas.
En
el año 2008 viajo a Europa por primera vez y uno de los sitios elegidos fue
Campo Di Fiori, donde tomo entonces la foto.
No
imaginé que la estatua sería tan bella, representativa de la serenidad pero
también de la terquedad del monje. Tampoco que el sitio sería tan visitado,
pues lo comprobé al regresar una década después y quedarme unas horas allí,
viendo cuantos se toman su foto, emocionados con uno de los emblemas del libre
pensamiento.
La
foto de la placa en homenaje a Primo Levi la tomé también en ese primer viaje,
en este caso en Turín. Una casualidad absoluta, pues estuve solo un día de paso
hacia el pueblo de nacimiento de mi padre y descansando en un parque público,
tirado al sol con mi mujer y mi hijo, veo la placa a nuestro lado. Insólito,
bellísimo como tantas cosas que solo descubrimos porque estamos como conectados
energéticamente.
Solo
diez años después, la Trilogía de Auschwitz ha sido leída en nuestra casa,
acompañándonos en ese viaje al alma humana por una de sus peores travesías.
Haberme
quedado en el derecho y no seguir por la filosofía nunca me alejó de estos y
otros autores que podríamos definir como nuestros clásicos.
Además,
como opté metodológicamente por la teoría de sistemas, tengo muy claro que el
derecho solo se explica por su entorno, de allí que es un requisito epistémico
el estar abierto a autores no jurídicos.
Sin
dudas que las historias personales y lo que contribuyeron con su ejemplo en el mundo
de las ideas son motivos más que suficientes para tenerlos de compañeros de
viaje.
Pero
hay un detalle muy importante para los que tratamos de describir una pequeña porción
del mundo. Describir, no transformar, pues esto solo lo hace la sociedad, no
quienes escribimos. Y como el tiempo es escaso, menos tiempo en sociedad y más
en silencio, escribiendo que es lo único que sabemos bien.
Ambos
autores son un ejemplo de método científico y de amor sincero por la verdad.
Por ello fueron renuentes de las camarillas y de cualquier tipo de Iglesia.
Finalmente,
fueron serenos en sus decisiones. Jugaron el papel que los tocó sin
grandilocuencia y por todo esto y mucho más que no puedo ahora siquiera
entender, fueron “malditos” en su tiempo y entre los suyos. Claro que con los
años son y serán verdaderos “benditos”.
Podría
haber subido la foto de Norberto Bobbio, otro querido italiano del norte que
tanto ha dado por el derecho. Como modelo de intelectual, tal vez me sea más
cercano, pues su vida solo pasó entre los libros y jamás por el fuego o el
hielo sagrado, como les tocó a los queridos Bruno y Levi.
¿Pasar
por la ordalía de lo sagrado hace mejor sus obras? Claro que no, pero sí a sus autores, quienes
aceptaron pasar por lo que muchos jamás y dar testimonio de ello de modo
permanente. Por ello son un faro para la humanidad y para los libres
pensadores.
El
derecho no es una ciencia, por ende muchos de los que nos dedicamos a la teoría
jurídica, estamos fuera del sistema científico formal. Es más, algunos hasta
nos enorgullecemos de escribir por fuera del sistema universitario, lo cual es
un poco contradictorio porque el mundo de la universidad es nuestro líquido
elemento. Es cierto, también la sociedad civil y algo del Estado en alguna de
sus facetas.
De
allí este blog, escrito en esa intersección.
Rafaela,
octubre de 2017.
Muy bueno tu blog Enrique. Te felicito por tu carrera y trayectoria.
ResponderEliminarTe deseo lo mejor como persona y con tu familia, Un fuerte abrazo.