lunes, 8 de enero de 2018



GIORDANO BRUNO Y PRIMO LEVI…PORQUE AQUÍ.

Enrique José Marchiaro.

¿Cómo han llegado a este blog tan técnico dos fotos en homenaje a Giordano Bruno y Primo Levi? Como una periferia que parece con más potencia que el mismo centro, con el que no compite ni pretende reemplazar, sino solo observar.
Hay mucho de ello en el pensamiento de estos dos gigantes de Occidente, italianos además, lo que no es un detalle para mí, hijo directo de esta segunda patria como de tantos argentinos.
Siendo un blog estático (de difusión de algunos pocos trabajos de mi autoría) que además solo trata de un pequeño autor del derecho municipal argentino (pues no subo artículos ni enlaces de otros autores), ¿cómo es que decidí poner estas dos fotos  y dejarlas allí?  La tercer foto, por cierto, se actualiza por razones biológicas, no es honesto quedarse en los cuarenta cuando ya pasaron los cincuenta.
Cuando se diseñó el blog decidí quedar en compañía de dos autores que me han acompañado a lo largo de mi vida académica, la cual se inicia en 1995 pero se remonta a 1984, cuando veo en cine club la película “Giordano Bruno” con Gian María Volonté.
Con 18 años y apenas unos pocos años previos de buena lectura  está película incendió en mí una potencia que hasta aquí me ha traído. En aquellos años una película solo se veía una, con lo cual las imágenes y los textos adquirían un lugar más cercano a la imaginación que a la memoria, que antes de internet eran lo mismo.
Al poco tiempo, cae en mi mano “Sobre el infinito universo y los mundos”, escrito por G. Bruno en 1584. Una obra que antecede la física moderna y que se opone de plano a Aristóteles.
Con la llegada de internet, completo su biografía y sobre todo la sentencia del Santo Oficio del año 1.600 y una buena fotografía de la estatua que Roma erige en el mismo lugar donde lo quemaron, a diferencia del caso Galileo que la vida lo apartó de las llamas.
En el año 2008 viajo a Europa por primera vez y uno de los sitios elegidos fue Campo Di Fiori, donde tomo entonces la foto.
No imaginé que la estatua sería tan bella, representativa de la serenidad pero también de la terquedad del monje. Tampoco que el sitio sería tan visitado, pues lo comprobé al regresar una década después y quedarme unas horas allí, viendo cuantos se toman su foto, emocionados con uno de los emblemas del libre pensamiento.
La foto de la placa en homenaje a Primo Levi la tomé también en ese primer viaje, en este caso en Turín. Una casualidad absoluta, pues estuve solo un día de paso hacia el pueblo de nacimiento de mi padre y descansando en un parque público, tirado al sol con mi mujer y mi hijo, veo la placa a nuestro lado. Insólito, bellísimo como tantas cosas que solo descubrimos porque estamos como conectados energéticamente.
Solo diez años después, la Trilogía de Auschwitz ha sido leída en nuestra casa, acompañándonos en ese viaje al alma humana por una de sus peores travesías.
Haberme quedado en el derecho y no seguir por la filosofía nunca me alejó de estos y otros autores que podríamos definir como nuestros clásicos.
Además, como opté metodológicamente por la teoría de sistemas, tengo muy claro que el derecho solo se explica por su entorno, de allí que es un requisito epistémico el estar abierto a autores no jurídicos.
Sin dudas que las historias personales y lo que contribuyeron con su ejemplo en el mundo de las ideas son motivos más que suficientes para tenerlos de compañeros de viaje.
Pero hay un detalle muy importante para los que tratamos de describir una pequeña porción del mundo. Describir, no transformar, pues esto solo lo hace la sociedad, no quienes escribimos. Y como el tiempo es escaso, menos tiempo en sociedad y más en silencio, escribiendo que es lo único que sabemos bien.
Ambos autores son un ejemplo de método científico y de amor sincero por la verdad. Por ello fueron renuentes de las camarillas y de cualquier tipo de Iglesia.
Finalmente, fueron serenos en sus decisiones. Jugaron el papel que los tocó sin grandilocuencia y por todo esto y mucho más que no puedo ahora siquiera entender, fueron “malditos” en su tiempo y entre los suyos. Claro que con los años son y serán verdaderos “benditos”.
Podría haber subido la foto de Norberto Bobbio, otro querido italiano del norte que tanto ha dado por el derecho. Como modelo de intelectual, tal vez me sea más cercano, pues su vida solo pasó entre los libros y jamás por el fuego o el hielo sagrado, como les tocó a los queridos Bruno y Levi.
¿Pasar por la ordalía de lo sagrado hace mejor sus obras?  Claro que no, pero sí a sus autores, quienes aceptaron pasar por lo que muchos jamás y dar testimonio de ello de modo permanente. Por ello son un faro para la humanidad y para los libres pensadores.
El derecho no es una ciencia, por ende muchos de los que nos dedicamos a la teoría jurídica, estamos fuera del sistema científico formal. Es más, algunos hasta nos enorgullecemos de escribir por fuera del sistema universitario, lo cual es un poco contradictorio porque el mundo de la universidad es nuestro líquido elemento. Es cierto, también la sociedad civil y algo del Estado en alguna de sus facetas.
De allí este blog, escrito en esa intersección.
Rafaela, octubre de 2017.

1 comentario:

  1. Muy bueno tu blog Enrique. Te felicito por tu carrera y trayectoria.
    Te deseo lo mejor como persona y con tu familia, Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar